
A pesar de la abrumadora evidencia científica, el negacionismo climático sigue siendo un obstáculo para la acción global frente al calentamiento del planeta. En un momento en el que los datos muestran una aceleración preocupante del cambio climático, sectores políticos y económicos continúan sembrando dudas sobre su origen y magnitud, poniendo en riesgo la capacidad de respuesta de la humanidad.
La evidencia es clara: el clima está cambiando más rápido que nunca
Según el informe Estado del clima global 2024 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la tasa de subida del nivel del mar se ha más que duplicado desde que comenzó a registrarse en 1993. En la primera década de medidas, los océanos crecían a un ritmo de 2,1 milímetros al año, mientras que hoy lo hacen a 4,7 milímetros anuales. Este fenómeno no es aislado: el año 2024 ha sido el más cálido jamás registrado, con una temperatura 1,55°C por encima del promedio preindustrial.
Las consecuencias de este calentamiento son devastadoras. En 2024, se registraron 137 olas de calor, 114 episodios de lluvias torrenciales, 103 inundaciones, 47 tormentas huracanadas y 44 eventos de sequía. Estas condiciones extremas han provocado el mayor número de desplazados climáticos desde 2008. Además, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha alcanzado niveles no vistos en los últimos 800.000 años, el hielo ártico ha marcado un mínimo histórico durante 18 años consecutivos, y los océanos llevan casi una década registrando temperaturas récord.
El negacionismo: una estrategia política y económica
A pesar de estos datos, figuras políticas alineadas con sectores ultraconservadores continúan minimizando la crisis climática. Carlos Mazón, presidente de la Comunidad Valenciana, ha defendido en foros como FITUR 2025 posturas que se acercan al negacionismo, difundiendo desinformación sobre la supuesta destrucción de presas y atacando el Pacto Verde Europeo. Estas narrativas, promovidas por partidos como Vox, buscan deslegitimar las políticas climáticas con argumentos infundados que solo benefician a intereses económicos cortoplacistas.
Este tipo de discurso no solo ignora la ciencia, sino que además pone en peligro a las comunidades más vulnerables. La falta de acción frente al cambio climático no es una cuestión de opinión política, sino de responsabilidad global. Como advierte el secretario general de la ONU, António Guterres, «cada fracción de grado cuenta» y puede significar la diferencia entre la adaptación o el desastre.
Aún hay margen de acción, pero es urgente actuar
Aunque la situación es alarmante, los expertos coinciden en que todavía es posible limitar el calentamiento global a largo plazo a 1,5°C, según lo establecido en el Acuerdo de París. Para lograrlo, es fundamental intensificar los esfuerzos hacia la transición energética y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. La OMM destaca la importancia de fortalecer los sistemas de alerta temprana, ya que solo la mitad de los países cuenta con medidas adecuadas para prevenir desastres climáticos.
El negacionismo climático no es solo un problema de desinformación; es una barrera para la supervivencia del planeta. La evidencia científica es irrefutable, y el tiempo para actuar se agota. La responsabilidad de los líderes políticos es clara: deben dejar de lado intereses particulares y comprometerse con la adopción de políticas que protejan el futuro de la humanidad.
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