La precaución compensa. Y no es un simple eslogan: el 90% de los accidentes de tráfico son evitables. Nueve de cada diez tragedias podrían no haber ocurrido. Pero hemos normalizado lo inaceptable.
Coches que se saltan semáforos “porque no viene nadie”, adelantamientos temerarios en carreteras con visibilidad nula, conductores que contestan mensajes de WhatsApp con la misma naturalidad con la que cambian de emisora. Y, por supuesto, la falta de respeto a las bicicletas, a los peatones o a cualquiera que no vaya encerrado entre cuatro ruedas. El insulto fácil y la agresividad cotidiana se han vuelto parte del paisaje vial.
Lo preocupante es que ya casi no nos sorprende. Nos hemos acostumbrado a convivir con el peligro, a justificar imprudencias con frases del tipo “iba con prisa” o “solo fue un segundo”. Pero un segundo es todo lo que basta para que una vida —o varias— cambien para siempre. Detrás de cada accidente hay nombres, historias y familias que se rompen en mil pedazos.
La Dirección General de Tráfico hace un trabajo impecable en materia de control, sanciones y campañas de concienciación. Pero por muy buenas que sean las normas, no hay ley que compense la falta de empatía. Conducir es una responsabilidad enorme: no solo movemos un vehículo, sino una tonelada de acero que puede convertirse en arma cuando se usa sin cabeza ni corazón.
Quizá el problema no sea solo de tráfico, sino de cultura. Una cultura que premia la rapidez, la impaciencia, la competitividad incluso en la carretera. Nos hemos olvidado de algo básico: conducir no es una carrera. Es un acto social que exige respeto, atención y humildad.
Ser precavido no es ser lento. Ser responsable no es ser aburrido. Es entender que la vida —la propia y la ajena— vale infinitamente más que llegar cinco minutos antes. Dejemos de aplaudir al que “sabe colarse”, al que “va rápido”, al que “tiene reflejos”. La verdadera destreza al volante está en anticipar, cuidar y respetar.
Porque la precaución, en estos tiempos de distracción y prisa, no solo compensa: es un acto de rebeldía.
















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