Últimamente, muchos a mi alrededor se quejan de no tener compañía para degustar cultura. Yo hasta hace nada, asumía como normal esa soledad (del cultureta), que deviene del balance entre ir sólo, o perdértelo. Mi problema es que siempre he tenido muy buenos acompañantes, que la mayoría de las veces, cuando no están, son los primeros receptores de esas fotos que no publico. Porque enviarlas es mi forma romántica de decir: «te echo de menos», o «me gustaría que estuvieras aquí».
No es que tengan efecto de llamada, por eso, hace tiempo asumí mi realidad. De hecho, se traslada a la mayoría de facetas de mi vida. Y si me pongo filosófico podría justificar mi desamparo en mis rarezas acumuladas, en mis experiencias no tan malas, en el hecho de haber cumplido años o en las convicciones, cada vez más inamovibles, que he forjado, para mi desgracia (al menos, en este sentido).
Justamente por esa razón: No me quedo en casa. Porque uno no debería renunciar a las cosas que le sientan bien, aunque analizadas en global, siempre van a tener carencias que, a mí también, me dan pena. Porque soy consciente de que al 90% de la gente (o más) no le interesa lo que vendemos en esta web, o tienen cosas mejores en las que gastar su tiempo, y su dinero – Respetable, obviamente-.
Yo soy insistente. Me da pena que no lo sean conmigo, pero asumo que la gente piense que yo soy la agenda con patas. Soy previsor y tengo una lista de la que tiro cuando considero que lo que voy a hacer es interesante para alguien en concreto. Pero ni así consigo compañía muchas veces.
Lo bueno de ir solo, es que acabas formando parte de diferentes ecosistemas. La mayoría de las veces, no pasa de un saludo, a veces, te tomas una cerveza de cortesía para comentar la obra o el concierto. Yo, gran parte de mis amores y amistades, los he iniciado así. Supongo que es mi filtro, o una especie de mínimos para que algo, o alguien, me parezca interesante o digno de conocer.
Y así me va…
Eso sí, las personas con las que conectas, compensan toda la soledad acumulada. Y eso, vale más que miles de noches solo, que huidas a páginas de libros, que comentarios y críticas guardados en tu monólogo mental y toda la espera hasta dar con una butaca llena, que no ocupada, a tu lado.
A ver si así, tú, también, te animas…
Raquel dice
No estás solo, estamos solos. Vivimos tiempos modernos, con mil opciones y mil obligaciones (custodias compartidas sobre todo) que nos alejan de nuestro propósito y de nuestro querer. Me gustaría hacer más cosas de las que hago pero hacerlas sola me da pereza porque no tengo con quien comentarlas después.
Noemi dice
Ostras que sabias palabras. Algunas cosas me pierdo últimamente por no coincidir con quien compartir esos cultureos buenos, jejeje.
A ver si con tu artículo me animo!!
Un saludo!!