
Hace unos meses, el físico y metereólogo Ernesto Rodríguez y Hachè Costa recrearon cómo sonarían las 4 estaciones de Vivaldi hoy…
A los que hemos tenido, en algún momento de nuestras vidas, esa obra como «disco» de cabecera, nos resultó sumamente chocante. Digno de una reflexión profunda que se acrecienta cuando, de repente, al IVC se le ocurre traer a Alicante Aplus d´saisons (de la compañía X-Press y Abderzak Houmi) para su maravilloso festival Fresca!.
Es obvio que poco tienen que ver los veranos de Alicante, con los de Francia. Aunque del 2001, año de odiseas y creaciones galácticas, a hoy, igual se han igualado, en parte, las temperaturas y las divisiones de las estaciones, como tal. Y representar todo éso, encima de una gran colchoneta azul con un juego de luces singular, nieve ficticia, litros y litros de agua y soles escamados, es una auténtica maravilla.
La danza, en sí, tiene una parte de esa búsqueda del instinto que sólo emerge cuando las emociones se cruzan con el hecho de comprender lo que 6 artistas intentan expresar. Hay poesía en un salto, humanidad en el contacto, sentimientos abrigados (a casi 40 grados) y un desprendimiento de calores, que mueren en parte, al imaginar la nieve, o dejarse calar por un mensaje convertido en lluvia.
Sólo la danza puede conectar el siglo XVIII con el ahora. Mezclar la electrónica con los sonetos, con el violín, con ese momento, en el que sacas la silla al rellano y ves pasar las cosas en verano.
No sé bien en que contenedor meter cada sensación. Ni sé si las sensaciones se reciclan. La parte plástica al amarillo, la sutilidad rompible como un papel en el azul, las lágrimas de vidrio en el verde, los sueños en un cubo, las olas en una absorción improvisada de un azul en aire y el movimiento en la tensión enérgica del público observando.
Si a todo eso le añades un carácter atemporal. Si dejas que fluya la relación entre lo que están expresando y lo que tú sientes… de repente, hasta el más zoquete (aunque no esté presente) se estremecería. Tanto que uno no sabe por qué no invitaron al acto al Concejal de Medio Ambiente, o a todos esos que, a estas alturas, reniegan del cambio climático.
Comprender todo ésto requiere una sensibilidad especial, supongo. Una simbiosis con el entorno. Pero sin pera, y sin olmos, nada se puede pedir. Así que nos quedamos con la vida refrescando un martes caluroso. La resignación mezclada con los restos de sublevación. Para que la espalda calada, el bote más alto que puedas dar, la esponjosidad más cruda, la pluma y la estación en cuestión bailada, sirvan para que los presentes, al menos, sepan que la danza y el circo, no se reciclan, se aprecian, se zurcen y, si acaso, se les busca un nuevo escenario. A poder ser realista, nítido y maravilloso como la obra que paró el tiempo, mientras Vivaldi seguía sonando… en la atemporalidad.
Ficha artística:
- Idea original, dirección artística, coreografía: Rocío Molina
- Composición musical: Eduardo Trassierra y Yerai Cortés
- Guitarra: Óscar Lago
- Guitarra: Fran Vinuesa
- Diseño y técnico de iluminación: Antonio Serrano
- Diseño y técnico de sonido: Javier Álvarez
- Coordinación técnica: Carmen Mori
- Diseño de vestuario: Julia Valencia
- Concejalía: María Ágar Martínez
- Duración: 90 min.
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