Hay noches en las que una ciudad decide respirar de otra manera. Este sábado, el Barrio de Santa Cruz de Alicante volverá a hacerlo: a detener el tiempo, a bajar el volumen del mundo y a encender miles de pequeñas luces que hablan en silencio. Bajo la atenta mirada del castillo de Santa Bárbara, las callejuelas encaladas se preparan para convertirse en un laberinto de fuego tranquilo y belleza suspendida.
En Santa Cruz, la noche de las velas no se anuncia con estridencias ni programas cerrados. Es una cita con la libertad, con el alma del barrio que se reconoce en cada balcón florecido, en cada escalón gastado, en cada rincón que se ilumina con la llama viva de quienes lo habitan. A partir de las 20.00h , las farolas cederán su trono a las velas, y el barrio entero se transformará en un cuadro en movimiento, donde las sombras y los reflejos tejen su propia poesía.
Caminar por la calle San Antonio o por la subida del Calvario será, por unas horas, como entrar en otro tiempo. No hay escenarios ni micrófonos, solo la voluntad de compartir. Puede que alguien cante desde un balcón, que otro recite unos versos al aire, o que simplemente alguien se siente a mirar, dejando que la luz baile en sus ojos.
Santa Cruz no busca espectadores, sino cómplices. Cada año, esta noche se convierte en un gesto colectivo de amor por la belleza sencilla, por el silencio que conversa, por el libre albedrío de quienes creen que la magia también puede ser vecinal.
El barrio, ese corazón blanco que late bajo el castillo, volverá a ser faro y refugio. Y entre las velas, entre los ecos de las antiguas piedras y las risas suaves que suben con el aire, Santa Cruz recordará que su verdadera fuerza está en su gente: libre, luminosa, viva.
La entrada, como siempre, será libre. Como el espíritu del barrio.















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