
Casi medio siglo después, la muerte de Teófilo del Valle durante la brutal represión policial de las huelgas del calzado de 1976 vuelve al centro del debate público y judicial. Y no es casualidad. El éxito del reciente documental que narra su historia ha removido conciencias y ha reabierto heridas que nunca llegaron a cerrarse del todo. Porque por mucho tiempo que pase, hay hechos que deben ser juzgados, si no por los tribunales, al menos por la historia. Y también por la vergüenza que deberían sentir quienes los protagonizaron.
El exministro franquista Rodolfo Martín Villa ha sido citado a declarar en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Nº 1 de Elda los próximos 17 y 19 de noviembre, investigado por crímenes contra la humanidad. Comparecerá junto al expolicía armado Daniel Aroca del Rey por su presunta implicación en la muerte de Teófilo del Valle, un joven obrero eldense abatido por disparos de la Policía Armada durante las protestas laborales del sector zapatero, en febrero de 1976. En aquel momento, Martín Villa era ministro de Relaciones Sindicales.
La querella, impulsada por el hermano del fallecido, José Antonio del Valle, sitúa los hechos en un contexto de represión violenta apenas semanas después de la proclamación de Juan Carlos I como jefe del Estado. Una represión silenciada durante décadas, cuyo relato empieza por fin a abrirse paso.
Desde la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA), promotora del caso, se destaca esta citación judicial como un avance crucial contra la impunidad del franquismo. Aunque todavía excepcional, subrayan la necesidad de que casos como este dejen de ser la excepción y se conviertan en una práctica habitual en la justicia española.
Para María Gisbert, concejala de Memoria Democrática en el Ayuntamiento de Elda, esta noticia supone “un paso adelante en la reivindicación de la verdad y la justicia para todos los crímenes de la dictadura franquista”. Gisbert ha recordado que la familia de Teófilo “tuvo que vivir en silencio y con vergüenza mientras los responsables de su muerte quedaban impunes”, y celebra que hoy, por fin, se empiece a hacer justicia, aunque sea de forma tardía.
“Su historia nos recuerda lo que supone una dictadura: la ausencia de libertad, de derechos, de dignidad. Que defender lo justo podía costarte la vida. Por eso no podemos olvidar, porque olvidar es permitir que se repita”, ha añadido.
La concejala también ha subrayado que esta causa representa “un rayo de esperanza para quienes creemos en los derechos humanos y la democracia”. Y, sobre todo, un acto de reparación necesario: “Recordar de dónde venimos es la única forma de construir un futuro más justo. Sanar las heridas, a través de la verdad, es una forma de justicia”.
Porque hay muertes que, si no se juzgan en vida, lo serán por la memoria. Y hay verdades que, por más que se intente enterrarlas, acaban abriéndose paso.
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