La radio siempre inspira. Hoy escuchándola he dado con una reflexión interesante sobre la importancia de localizar la información. No referido al dónde (encontrarla), sino al tipo de noticia a primar: la local.
Tendemos a discutir a nivel global, pero nuestra realidad tiene lugar en sitios a los que los medios generalistas no prestan atención: tu barrio, tu casa, el teatro de tu ciudad o en la charla que te pierdes tratando de conocer lo que pasa en Gaza o en Ucrania, cuando, en realidad, debería preocuparte lo que pasa aquí… y, luego, todo lo demás.
Quizá no sea viral, pero es de lo poco, que al paso que vamos, te va a pertenecer. Y, a medida que desaparecen agendas, secciones de noticias locales en el periódico, o espacios de cercanía en la radio, perdemos parte de nuestra idiosincrasia. Al fin y al cabo, hay muchas voces discutiendo sobre el procès catalán, pero pocos hablan del Cine Ideal, de que el precio de los pisos, o del aceite, se ha multiplicado de manera alarmante, de la suciedad de tu barrio, del vecino al que amenazan con desahuciar, de dónde proyectan cine de verano esta noche o del mejor helado que puedes comerte hoy.
Ser alternativo, quizá, es recorrer el camino inverso al que te marca aquel que quiere hacerte ver que el mundo se cambia en Bruselas, en Washington o en Madrid. El mundo es muy grande, inabarcable. Tu barrio, a veces, también. Pero en él puedes aportar tu granito de arena y que se note. Y ni siquiera aquí puedes limitarte a un acto, o a una noticia. Suceden muchas cosas que pasan desapercibidas porque no pasan el filtro de tu crítica y de tu atención, si es que todavía sigue ahí.
La despolarización del debate viajaba de Venezuela a Irán, pero extrayendo los problemas comunes, es más fácil que encuentres una fuente confiable cerca, que fiarte de un mensaje, o un enlace que no puedes contrastar. Quizá hasta evites votar por una banda terrorista que no existe hace 13 años, una mentira que corre como la pólvora o una situación que si no vives de primera mano, es difícil que puedas juzgar con objetividad.
Por eso, lo primero es entender que para educarte digitalmente, debes ser consciente de lo que puedes abarcar. Primero, para no tener ansiedad mediática y, después, para mantener intacta la capacidad de filtrar y contextualizar lo que llega a tus manos.
La curiosidad es inocua a nuestra condición de seres humanos, pero ésta siempre se basó en la observación y eso requiere más de 5 segundos de tu tiempo. Eso y no ser un analfabeto moderno, que aunque sabe leer, no sabe interpretar.
Por último, transformar está reñido con hiperconectar. Google y muchas apps son herramientas maravillosas para comparar. Pero, si la usas como una Biblia infalible verás que, a veces, ceñirte al consumo que nos exige estar al día hace que más que informados, irónicamente, nos desinformemos.
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