
La Conselleria de Cultura ha consignado una partida de 250.000 euros para iniciar la rehabilitación del Teatre Principal de Alcoy, un proyecto largamente esperado por la ciudadanía y el sector cultural de la ciudad. El teatro permanece sin programación estable desde 2018 y su recuperación ha estado estancada entre trámites administrativos y falta de compromiso institucional.
Aunque esta inversión supone un primer paso, el proyecto completo supera los 450.000 euros, por lo que todavía está pendiente la concreción de la financiación restante. Además, todo el proceso está supeditado a que el Ayuntamiento pueda avanzar administrativamente una vez se confirme la consignación formal del presupuesto. La gestión del expediente ha sido lenta y fragmentada, en parte debido a exigencias técnicas que han obligado a rehacer el proyecto en varias ocasiones.
Más allá de los detalles del caso, este anuncio pone sobre la mesa una cuestión de fondo: la necesidad urgente de que el Institut Valencià de Cultura amplíe su enfoque territorial. La provincia de Alicante ha sido históricamente infradotada en comparación con Valencia, tanto en infraestructuras como en programación cultural y apoyo al sector. Alcoy, con una sólida tradición teatral y cultural, merece una atención acorde con su trayectoria y su potencial.
La rehabilitación del Teatre Principal no debe verse como una concesión aislada, sino como una oportunidad para iniciar una redistribución más justa de los recursos públicos en materia cultural. Apostar por proyectos fuera de Valencia no es solo una cuestión de equilibrio territorial, sino de visión estratégica: la riqueza cultural de la Comunitat Valenciana está repartida, y solo con una inversión descentralizada se podrá fortalecer de forma sostenible.
Ha llegado el momento de que la política cultural valenciana deje de mirar exclusivamente hacia el Cap i Casal y asuma con hechos el compromiso con el conjunto del territorio. El caso del Teatre Principal de Alcoy puede marcar un antes y un después, si va acompañado de una voluntad real de corregir el desequilibrio histórico. La cultura no puede depender del código postal.
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