
Mientras algunos adultos aún dudan entre si el contenedor azul es para el plástico o si el compost se come, en Alicante se ha decidido tomar el toro por los cuernos… o más bien, la botella por el tapón. La ciudad apuesta fuerte por la concienciación medioambiental desde las aulas, no porque los niños lo necesiten tanto, sino porque –seamos sinceros– alguien tiene que enseñarle a los mayores que reutilizar es mejor que reciclar, y que no utilizar plástico en primer lugar, directamente, es aún mejor.
Hasta el 15 de junio, más de 6.000 alumnos de 63 centros educativos participarán en el programa “Alicante Educa”, una iniciativa del Ayuntamiento en colaboración con Netial, la empresa encargada de la limpieza viaria y recogida de residuos urbanos. Porque si algo está claro, es que el futuro es de quienes ya saben separar el cartón del tetrabrik… con cuatro años.
Basura, pero con ciencia
Entre las actividades estrella del programa está la visita de operarios y maquinaria de limpieza a los centros escolares. Una experiencia que, para muchos pequeños, será la primera toma de contacto con una barredora… y probablemente, más instructiva que muchas conversaciones adultas sobre el tema en casa. A través de paneles, vídeos y juegos interactivos, los niños aprenden lo que algunos mayores aún preguntan en grupos de WhatsApp familiares.
Y no todo es teoría: el programa incluye Reciclactiva-T, un “escape room” temático donde los niños resuelven enigmas relacionados con los residuos. No se escapan de los problemas, pero aprenden a descomponerlos. También está Reci-Ciencia, una actividad que mezcla el método científico con matemáticas aplicadas para analizar el tratamiento de residuos y materiales biodegradables. Porque claro, si vamos a tener un planeta en condiciones, hará falta algo más que buenas intenciones y excusas del tipo “es que no había contenedor cerca”.
Cuentos que enseñan y gestos que importan
Desde edades tan tempranas como los 4 años, los niños se sumergen en el mundo de la gestión de residuos con cuentos como Reciclo, donde aprenden qué va en qué contenedor y por qué el marrón ya no es solo un color, sino un compromiso con la fracción orgánica.
El objetivo, dicen, es que los gestos cotidianos se conviertan en hábitos responsables. Pero entre líneas, se puede leer algo más: que si queremos un futuro sostenible, quizá toque escuchar más a quienes apenas superan el metro de altura. Porque, mientras ellos juegan a reciclar, muchos adultos aún juegan a no verlo.
Que tomen nota los mayores
Con más de 24.000 estudiantes implicados entre todos los programas ambientales del curso, parece que Alicante apuesta por formar a una ciudadanía que no solo sepa reciclar, sino que también entienda que reducir y reutilizar es aún más necesario. O dicho de otro modo: si hay esperanza para el planeta, probablemente esté en manos pequeñas. Literalmente.
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