
El pasado 22 de marzo se conmemoró el Día Mundial del Agua, una fecha que adquirió especial relevancia en la provincia de Alicante, donde este recurso es limitado y su gestión sigue siendo un desafío constante. A pesar de las recientes lluvias que contribuyeron a recargar los acuíferos, el problema del agua en la región continúa siendo estructural y requiere soluciones sostenibles a largo plazo.
Expertos del Instituto Universitario del Agua y de las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante alertaron sobre la incertidumbre que persiste en la disponibilidad de agua, especialmente en comarcas como la Marina Baixa, cuyos embalses continúan en niveles preocupantes. Frente a esta situación, insistieron en la necesidad de una planificación hídrica que combine eficazmente todas las fuentes de abastecimiento disponibles.
Andrés Molina, director del Instituto del Agua de la UA, subrayó la importancia de optimizar el uso de aguas superficiales y subterráneas, además de recurrir a infraestructuras estratégicas como el trasvase Tajo-Segura, las plantas desalinizadoras y la reutilización de aguas regeneradas. Sin embargo, destacó que en Alicante el aprovechamiento de estas últimas solo alcanza el 40%, frente al casi 100% de reutilización en la Región de Murcia. En este sentido, reclamó la implementación urgente del proyecto Vertido Cero en la ciudad de Alicante, que podría aportar recursos hídricos adicionales.
Asimismo, Molina reconoció el esfuerzo realizado por las empresas de abastecimiento de agua en los municipios alicantinos, señalando que han logrado minimizar las pérdidas en la red de distribución. También destacó la concienciación de la ciudadanía sobre la necesidad de un consumo responsable, aunque advirtió que garantizar el acceso al agua sigue siendo un reto considerable en la provincia.
El panorama se complicó aún más con los recortes previstos en el trasvase Tajo-Segura a partir de 2027, que implicarán una reducción de aproximadamente 100 hectómetros cúbicos anuales. Esto no solo afectará la disponibilidad de agua, sino que también tendrá un impacto económico significativo, estimado en cuatro millones de euros por hectómetro cúbico perdido.
Por su parte, los regantes del sur de Alicante exigieron no solo el mantenimiento del trasvase, sino también mayores inversiones en infraestructuras hidráulicas. Roque Bru, presidente de la Comunidad General de Regantes Riegos de Levante Margen Izquierda del Segura, enfatizó que los agricultores de la región pagan el agua más cara del país y que han desarrollado una cultura de aprovechamiento eficiente que no requiere más lecciones, sino apoyo efectivo.
En respuesta a estas demandas, el Consell anunció una inversión de 69,4 millones de euros para modernizar los sistemas de regadío y mejorar la gestión del agua. De esta cantidad, 18,7 millones se destinarán a la reutilización de aguas depuradas, mientras que 38,8 millones se invertirán en la modernización del regadío. Este esfuerzo representó un aumento del 60% en comparación con el año anterior y busca fortalecer la resiliencia hídrica de la Comunidad Valenciana.
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, persisten dudas sobre si las medidas adoptadas serán suficientes para abordar un problema de tal envergadura. La crisis del agua en Alicante no puede resolverse únicamente con inversiones puntuales; se requiere una estrategia integral y sostenida en el tiempo que garantice la disponibilidad de este recurso esencial para el desarrollo socioeconómico de la provincia.
Deja una respuesta