
¿Quién es tu familia hoy en día? La respuesta no es tan obvia como presuponen las leyes. Hay amistades profundas que están más presentes que hermanos de sangre. También hay quien vive a cientos de kilómetros de su “familia oficial”, mientras cuida a una persona que eligió como suya. El concepto de familia se ha vuelto mucho más flexible, aunque las leyes y algunas empresas aún no terminan de reconocerlo.
En este escenario, cuidar de alguien enfermo no es solo una cuestión de presencia física, sino de compromiso emocional y, muchas veces, sacrificio personal. Sin embargo, el sistema laboral no siempre acompaña. Las vacaciones en muchas empresas siguen siendo escasas, el teletrabajo se topa con restricciones absurdas incluso en puestos que podrían hacerlo viable, y todo eso choca con una realidad en la que convivimos con enfermedades crónicas y situaciones de dependencia cada vez más frecuentes.
Por eso, contar con un permiso laboral retribuido para cuidar a un familiar enfermo no es solo un derecho: es una necesidad. La buena noticia es que, al menos en este aspecto, la justicia ha comenzado a tomar una postura más sensible. Ahora se reconoce que esos cinco días de permiso no deben interrumpirse solo porque el hospital haya dado el alta. Porque el alta hospitalaria no es el final del proceso de cuidado. Muchas veces, lo más difícil comienza justo cuando hay que volver a casa, a reorganizar la vida, a garantizar que esa persona tenga el reposo y apoyo que necesita.
Picarescas al margen, esto no se trata solo de leyes. Se trata de comprender que cuidar es un trabajo invisible, agotador, emocionalmente intenso, y que rara vez recibe reconocimiento. Las empresas no deberían exigir que haya convivencia oficial entre el trabajador y la persona cuidada para que se active ese permiso. ¿Acaso el afecto y la responsabilidad caben en un padrón de empadronamiento?
Además, ignorar estas realidades tiene un coste social. La carga del cuidado sigue recayendo mayoritariamente en mujeres, lo que agrava la brecha de género en el ámbito laboral. Impedir que estos permisos se ejerzan con plena flexibilidad es poner más piedras en el camino de una igualdad que aún está muy lejos de alcanzarse.
Cuidar no debería ser un privilegio ni una renuncia. Debería ser compatible con una vida laboral digna. Porque detrás de cada baja médica, detrás de cada alta hospitalaria, hay personas que siguen necesitando apoyo. Y también hay otras personas, trabajadoras, que quieren estar ahí, pero que se enfrentan a un sistema que todavía les pone demasiadas trabas para hacerlo.
Deja una respuesta