
Alicante tiene esperanza. Y no es un brindis al sol ni un consuelo barato para sobrellevar el lunes. Es una realidad que se palpa en la calle, en las asambleas, en los barrios, en los carteles pegados en las farolas y en los cientos de conversaciones que, poco a poco, van tejiendo un nuevo relato de ciudad. Porque desde que colectivos como Unir Alacant, Alacant Desperta, la CAL, Alicante Dónde Vas, Alacant en Bici, Enamorados de Alicante, Mistela, Amistat, unas asociaciones de vecinos mucho más implicadas y otros grupúsculos dedicados a causas concretas han decidido tomarse en serio eso de la participación ciudadana, la hegemonía política local ya no puede seguir con su teatro sin interrupciones.
Durante décadas, Alicante ha sido un decorado de postal para que los partidos políticos de turno se turnaran haciendo lo que les daba la puta gana sin apenas justificar nada. Pero eso se ha terminado. Ahora, las decisiones se discuten, se cuestionan y, cuando es necesario, se combaten. El asociacionismo ha emergido como un filtro imprescindible contra el discurso unitario que pretenden imponernos desde los despachos.
No es un fenómeno aislado. Este mismo fin de semana, en toda España, se ha visto cómo la sociedad civil ha dicho basta. En las televisiones públicas, los trabajadores de diez cadenas autonómicas se han unido contra la manipulación y las privatizaciones. En Galicia, miles de personas y 500 barcos han colapsado A Pobra para frenar la macrocelulosa. En Zaragoza, la ciudad ha dejado claro que no se vende. En Madrid, estudiantes y trabajadores han tomado las calles en defensa de los servicios públicos. En Catalunya, la lucha por los Rodalies no cesa. En Euskadi, la movilización ha sido por Palestina. Y en cada rincón del país, la vivienda, la sanidad, el medioambiente y el derecho a la ciudad siguen en el centro del debate.
Alicante, pese a sus sombras, no es una excepción. La diferencia es que aquí el sistema ha sido tan hermético durante tanto tiempo que la sola aparición de una contestación organizada ya es un acto revolucionario. Y si alguien duda de la necesidad de este movimiento, que eche un vistazo a la gestión de Mazón y su cómplice VOX. Su castillo de naipes se tambalea con cada mentira desmontada, con cada escándalo destapado y con cada decisión que evidencia su desprecio por lo público y lo común.
Por supuesto, movilizarse no es suficiente. Protestar es solo el primer paso. La clave está en organizarse, articular propuestas y construir un modelo de ciudad que no dependa de los intereses privados ni de los pactos en la sombra. Alicante puede y debe ser otra cosa. Y el asociacionismo es la mejor herramienta para conseguirlo.
El viernes pasado en Alicante hubo una manifestación convocada por Vecindario por un Parque Central, que no es la primera ni será la última. También, gracias a la plataforma variante de Torrellano ya, no se electrifican las vías de la costa, lo que permitirá su retirada y tener un frente litoral libre de momento de trenes, falta de coches, para el disfrute de la ciudadanía. Lo pongo porque de ninguna de las dos asociaciones hace referencia el artículo,como tampoco de la plataforma por un puerto sostenible
Evidentmente, si de todas las asociaciones que hacen algo por Alicante tuviéramos que hablar, no nos daría la página para terminar. Falta Salvem L´Ideal, salvem Las Melias, Guanaco, todas las asociciones de vecinos, plataformas que se dedican a causas concretas desde hace años… el fin no es enumerarlas, sino hacer ver que ahora tiene un sentido y un poder asociarse. Siempre lo ha tenido, pero la gente empieza ahora, a ser consciente.
Un saludo.