
A escasos minutos del centro de Alicante, hay un barrio que no sale en las fotos turísticas de la ciudad. Está olvidado, se hunde físicamente y, desde hace años sufre el más absoluto desprecio institucional. El barrio del Cementerio es una imagen de otra época con calles sin asfaltar, sin alcantarillado, sin iluminación y con socavones que amenazan viviendas, conformando un paisaje propio de un abandono deliberado.
Ante la indiferencia del Ayuntamiento, los propios vecinos, con ayudas de algunas asociaciones, han asumido, con sus escasos recursos, la tarea de parchear caminos y realizar mejoras básicas que no deberían ser su responsabilidad. Pero la situación ha llegado a un límite insostenible: en la calle de la Mina, el suelo se hunde y pone en peligro la estabilidad de las casas. La dejadez del gobierno local ya no es solo negligencia, sino un riesgo real para la seguridad de las personas.
Una calle que se hunde y un Ayuntamiento ausente
El caso de la calle de la Mina es la enésima prueba de que el Ayuntamiento de Alicante ha abandonado a este barrio a su suerte. Bajo su suelo, una antigua mina de yeso comienza a ceder y la falta de mantenimiento ha acelerado el deterioro. Los vecinos llevan años alertando sobre este problema, pero sus denuncias caen en saco roto. No es un hecho aislado: en 2014, un coche ya se hundió en la zona y fueron los propios residentes quienes lo rescataron. A pesar de estos antecedentes, la administración sigue sin actuar.
“Aquí hemos asfaltado calles con nuestro propio dinero porque nadie nos tiene en cuenta”, denuncia José Antonio Hernández, presidente de la asociación vecinal en declaraciones a Radio Alicante. “Pagamos impuestos como cualquier otro ciudadano de Alicante, pero vivimos como si fuéramos ciudadanos de segunda o tercera” – asevera-. Y con todos los matices que esconde la pobreza, nadie puede discutir que no es una percepción errónea: es la realidad de un barrio que el Ayuntamiento ha condenado al olvido.
Promesas vacías y nula acción
Este jueves 27 de marzo, el Pleno del Ayuntamiento debatirá una declaración institucional presentada para exigir mejoras urgentes. Entre las propuestas está la reparación de la calle de la Mina, la instalación de alcantarillado, el asfaltado de calles, la eliminación de escombreras y la dotación de mobiliario urbano. En las que ASERTOS lleva trabajando 8 años
Sin embargo, los vecinos están cansados de discursos y promesas incumplidas. En siete años de gobierno municipal, no se ha hecho absolutamente nada por este barrio. Se está derrumbando una de sus vías principales y el Ayuntamiento ni siquiera se ha molestado en tomar una sola medida. Es inaceptable que en una ciudad donde se proyectan nuevos barrios, haya otros como el Cementerio que sigan en estado de abandono absoluto.
Inseguridad, basura y precariedad
El hundimiento de la calle de la Mina es solo la punta del iceberg. El barrio carece de servicios esenciales: sin aceras, sin alumbrado público y sin un mantenimiento mínimo, la inseguridad es constante. La falta de limpieza ha convertido varias zonas en vertederos ilegales donde los residuos se acumulan sin control. Ni siquiera hay postes de luz en condiciones. Hay cables colgando por el aire y farolas sin bombillas. Hace un mes, el Ayuntamiento finalmente instaló un paso de peatones que los vecinos llevaban seis años reclamando, pero lo pintaron en vertical en lugar de horizontal, un absurdo que solo demuestra la desidia con la que se afrontan sus problemas.
El colmo del desprecio institucional es que, cuando se les reclama solución, la respuesta es que el barrio está ocupado por población marginal. Pero es el Ayuntamiento el que los hace marginales con su abandono.
Trabajo vecinal contra la indiferencia política
Desde 2020, el Proyecto Asertos ha intentado rehabilitar el barrio con la participación de los vecinos. Han limpiado vertederos ilegales y creado espacios verdes, todo sin apoyo institucional. Llevan tiempo pidiendo una mesa de trabajo para desarrollar un plan urbanístico serio, pero el Ayuntamiento nunca ha mostrado interés.
La historia del barrio del Cementerio es la historia de una comunidad luchadora que ha resistido décadas de abandono. Sus primeros habitantes llegaron en los años 50 y construyeron sus casas con esfuerzo. Pero la falta de inversión y el impacto de la industria contaminante en los 70 y la llegada de la droga en los 80 lo sumieron en una degradación imparable. Hoy, el barrio podría tener una nueva oportunidad, pero para ello necesita algo que hasta ahora le ha sido negado: voluntad política y una inversión real, no migajas ni promesas vacías. Si hubiera un guion, hasta parecería una parte de la peli del 47 ¿Verdad?
La cercanía del cementerio es una alegoría macabra de la condición de moribundo de este barrio que también forma parte de la ciudad. Es hora de que el Ayuntamiento de Alicante deje de mirar para otro lado y actúe. Si no lo hace, no es solo dejadez: es irresponsabilidad.
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