
Alicante se ha convertido en una de las ciudades donde el acceso a la vivienda requiere un mayor esfuerzo financiero. Aunque no lidera el ranking, se encuentra en una posición preocupante en comparación con los ingresos medios de sus habitantes. Mientras que en ciudades como Palma (11,8 años de ingresos), Málaga (9,8) o San Sebastián (9,7) la situación es aún más difícil, Alicante tampoco queda muy atrás, situándose por encima de Valencia (7,1) y Cádiz (7,2), y muy por encima de la media nacional.
El esfuerzo financiero no se traduce en mejores sueldos
El principal problema en Alicante no es solo el encarecimiento de la vivienda, sino la escasa subida de los salarios en comparación con otras provincias. Mientras que el coste de una casa en la ciudad sigue aumentando, los sueldos medios no han experimentado un crecimiento proporcional. Esto genera una brecha cada vez mayor entre lo que cuesta vivir en Alicante y lo que se cobra por trabajar en ella, lo que hace que la compra de una vivienda sea una meta inalcanzable para muchas familias.
En ciudades con niveles de esfuerzo financiero similares, como Madrid o Barcelona, los salarios tienden a ser más altos, lo que mitiga parcialmente el impacto del encarecimiento de la vivienda. Sin embargo, en Alicante, donde la economía se basa en gran parte en el turismo y el sector servicios, los sueldos no han seguido el mismo ritmo de crecimiento que los precios inmobiliarios.
El turismo, un arma de doble filo
El atractivo de Alicante como destino turístico ha impulsado la inversión en vivienda, pero también ha hecho que los precios se disparen. La compra de inmuebles por parte de extranjeros y fondos de inversión, sumada al auge de los alquileres vacacionales, ha reducido la oferta de viviendas disponibles para los residentes locales. Esto ha llevado a que muchos alicantinos se vean obligados a buscar alternativas en municipios cercanos o a prolongar su estancia en alquileres cada vez más caros.
Además, el mercado laboral alicantino, marcado por la temporalidad y la estacionalidad del turismo, dificulta aún más el acceso a la vivienda. Con salarios medios más bajos que en otras ciudades donde el precio de la vivienda también es elevado, los residentes se enfrentan a una situación de desventaja frente a inversores con mayor capacidad adquisitiva.
Un futuro incierto para los alicantinos
A medida que los precios de la vivienda siguen subiendo y los sueldos se estancan, la brecha entre quienes pueden permitirse comprar una casa y quienes no, se amplía cada vez más. Sin medidas que regulen el impacto del turismo en el mercado inmobiliario y que fomenten un crecimiento real de los salarios, Alicante corre el riesgo de convertirse en una ciudad donde vivir en propiedad sea un lujo reservado solo para unos pocos.
Deja una respuesta