
Hay preguntas que incomodan, pero también hay ausencias que delatan. El 29 de octubre, cuando la DANA amenazaba con toda su furia, el president de la Generalitat, Carlos Mazón, brillaba por su ausencia en el Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI). Según la respuesta oficial de la Generalitat al requerimiento de la jueza que investiga la gestión del temporal, Mazón no estaba allí cuando se envió el mensaje de alerta a la población a las 20:11 horas.
Las imágenes de videovigilancia del edificio, ese testigo implacable que no entiende de excusas ni de narrativas a posteriori, confirman que entre las 16:00 y las 20:11 solo accedieron al CECOPI dos autoridades: el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, y el diputado de Medio Ambiente, Avelino Mascarell. De Mazón, ni rastro.
Sin embargo, desde el Consell, con un cinismo digno de estudio, han tratado de mantener un relato paralelo. La delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé, aseguró que el SMS de alerta no se envió hasta que Mazón llegó. La jugada salió mal. La portavoz del Consell, Susana Camarero, ha salido en tromba acusando a Bernabé de «mentir intencionadamente». Pero, ¿quién miente aquí? Las imágenes de las cámaras, que no conocen la lealtad política, dicen otra cosa: Mazón simplemente no estaba.
Las contradicciones en el relato del PP valenciano hacen aguas como las calles anegadas aquel 29 de octubre. La secretaria general del PSPV, Diana Morant, lo ha dejado claro: «Las mentiras de Mazón no se pueden sostener». Y a falta de una explicación convincente del propio Mazón, el peso de la vergüenza recae sobre el presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo. ¿Se atreverá a tomar cartas en el asunto o preferirá mirar para otro lado?
La pregunta sigue en el aire: ¿dónde estaba Carlos Mazón mientras la población esperaba una alerta que llegó tarde? Y, sobre todo, ¿quién en el Consell se atreverá a admitir la verdad? Porque de momento, lo único claro es que la transparencia en el gobierno de Mazón se ha esfumado con la misma rapidez con la que desapareció aquella tarde del 29 de octubre.
La reacción de Baldoví, en La Ser (AQUÍ) representa mejor que nadie lo que muchos valencianos pensamos. Porque, al final, la responsabilidad es de todos, menos de él.
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