
La extracción de arena en entornos marinos ha sido ignorada durante demasiado tiempo a pesar de su impacto devastador sobre la biodiversidad y los ecosistemas costeros. Un reciente estudio internacional liderado por la Universidad de Alicante ha puesto en evidencia las consecuencias de esta práctica y ha instado a una gestión más sostenible de los recursos.
La arena es un recurso fundamental tanto para el desarrollo urbano como para la estabilidad de los ecosistemas marinos. Sin embargo, el dragado indiscriminado ha acelerado la erosión costera, ha destruido hábitats cruciales y ha afectado negativamente a especies marinas. A pesar de ser la segunda actividad humana más extendida en zonas costeras después de la pesca, la explotación de arena sigue sin recibir la atención que merece en el ámbito de la conservación ambiental.
Según datos de la plataforma Marine Sand Watch, entre 2012 y 2019 se extrajeron anualmente entre 4.000 y 8.000 millones de toneladas de arena y sedimentos marinos. Lo más alarmante es que casi la mitad de estas actividades se llevaron a cabo en áreas marinas protegidas, lo que pone en peligro la biodiversidad en zonas supuestamente resguardadas.
Los impactos de esta extracción masiva no se limitan a la degradación ambiental. La alteración de los ecosistemas costeros también tiene efectos en cascada sobre la pesca y el turismo, dos sectores clave para muchas economías locales. La falta de regulación efectiva y la escasa transparencia de las empresas dedicadas a esta actividad agravan aún más el problema.
El estudio liderado por la UA propone diversas estrategias para mitigar estos efectos, como la cartografía detallada de los hábitats marinos, el establecimiento de regulaciones más estrictas y la restauración ecológica de las zonas afectadas. Sin embargo, estos esfuerzos requieren un compromiso global y una mayor implicación de las administraciones y organismos internacionales.
Es urgente que la extracción de arena se integre en políticas ambientales más amplias, como la gestión de áreas marinas protegidas y los planes de adaptación climática. De lo contrario, corremos el riesgo de que esta actividad continúe erosionando tanto nuestras costas como el equilibrio de los ecosistemas marinos, con consecuencias irreversibles para la biodiversidad y el bienestar humano.
Fuente: Universidad de Alicante, referenciado por: “Reducing sand mining’s growing toll on marine biodiversity”.
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