
Lo que parecía un proyecto ilusionante y transformador para la movilidad en la provincia de Alicante vuelve a quedar atrapado en la eterna lista de promesas incumplidas por parte de la Generalitat. El plan de transversalizar el TRAM y conectar de forma ágil y moderna núcleos clave como Alicante, Dénia, Elche o el Hospital de Sant Joan no avanza. Peor aún, retrocede.
Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) ha reconocido que la conexión del TRAM con Sant Joan y Mutxamel sufrirá un nuevo retraso, esta vez debido —según explican— a las inversiones de emergencia acometidas tras los daños de la DANA. Así lo ha confirmado el propio gerente de FGV, Alfonso Novo, en declaraciones a la Cadena SER.
La explicación, sin embargo, suena a excusa repetida. Mientras Valencia y otras zonas del territorio reciben atención, proyectos y presupuestos, Alicante continúa esperando avances concretos. La Generalitat se escuda en una inversión global de 100 millones para emergencias, pero el resultado tangible es que un proyecto esencial para vertebrar el área metropolitana de Alicante queda en suspenso, sin plazos definidos, sin presupuesto claro y sin avances significativos.
La línea al Hospital de Sant Joan, el enlace con Elche o los tramos estratégicos que unirían barrios y descongestionarían el tráfico urbano son más necesarios que nunca. Sin embargo, la única partida recogida en los presupuestos autonómicos para “estudios técnicos” de la expansión del TRAM es simbólica: 35.000 euros en 2025 y apenas 15.000 en 2026. Una cifra ridícula que evidencia la falta de voluntad política.
Mientras tanto, se sigue hablando de estudios de viabilidad, licitaciones sin fecha y proyectos que llevan años en fase de análisis. El trazado entre Sant Joan y Mutxamel permanece en un limbo técnico y político. Ni siquiera se espera que haya novedades antes de fin de año.
FGV presume de haber invertido 200 millones en la provincia en los últimos años, pero la realidad es que buena parte de esas actuaciones son meras labores de mantenimiento, mejoras puntuales o proyectos históricos que han ido arrastrando retrasos similares. La verdadera apuesta estratégica por conectar y modernizar la movilidad de Alicante brilla por su ausencia.
En resumen, otro año más en el que Alicante sigue esperando. Y otro año más en el que la Generalitat parece mirar hacia otro lado.
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