
El cementerio municipal de Alicante, en el cuadro 12, fue escenario este domingo de un acto cargado de emoción, dignidad y memoria colectiva. Ocho familias pudieron, por fin, recuperar los restos mortales de sus familiares represaliados por el franquismo, algunos de ellos considerados durante años prácticamente imposibles de identificar. Un gesto que supone no solo un cierre personal, sino también un paso más en la reparación histórica.
Los restos habían sido exhumados hace años, pero la falta de ADN y la complejidad del proceso impidieron durante mucho tiempo su identificación. Gracias a un trabajo minucioso y prolongado en el que han participado arqueólogos, historiadores y profesionales del ámbito de la memoria democrática, se logró finalmente poner nombre a estos cuerpos y devolverlos a sus familias para que puedan recibir un entierro digno.
El acto fue también un homenaje a las vidas truncadas por la represión. Entre las personas identificadas se encontraban figuras destacadas del compromiso social y político de sus localidades, como Luis Corbí Rico, último alcalde republicano de Monóvar; Francisco Alcolea Cremades, militante del Partido Comunista y de la UGT en Aspe; o Soledad Amorós Girona, referente sindical en Almoradí. Junto a ellos, Andrés Aguilar Buigues, de El Verger; Francisco Carbonell Pérez, de Castalla; Rafael Peñalver Fernández, de Orihuela; y Vicente Martínez Ferrández, de Callosa de Segura, cuyos nombres vuelven ahora al espacio público desde el respeto y la memoria.
Especial significado tuvo también la entrega de los restos de Vicente Machirán Milla, vecino de Elda, ejecutado en 1942 tras ser acusado de militar en la CNT y de haber combatido en el bando republicano. Más de ocho décadas después, su hijo pudo recuperar los restos de su padre y cerrar una lucha personal marcada por la ausencia y el silencio, con la posibilidad de enterrarlo junto a su madre.
Desde la Asociación de Familiares de los Represaliados por el Franquismo del Cementerio de Alicante recuerdan que este proceso dista mucho de haber concluido. En el cementerio todavía quedarían por recuperar alrededor de 80 cuerpos, especialmente en el cuadro 19, y existe preocupación por la continuidad de los trabajos ante la incertidumbre sobre la financiación. Aun así, mantienen el compromiso firme de seguir adelante hasta abrir todas las fosas posibles y devolver a cada víctima su nombre y su lugar en la historia.
El acto de Alicante no fue solo una entrega de restos, sino un ejercicio de memoria democrática. Un recordatorio de que detrás de cada fosa hay vidas, familias y comunidades que aún esperan verdad, justicia y reparación.



















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