
El Ayuntamiento de Alicante vuelve a sacar la chequera y sube la apuesta: tres millones de euros para reformar los antiguos cines Aba6 y convertirlos en un espacio polivalente, moderno y abierto al exterior.
Centros que albergan cultura hay muchos. El problema es que con un presupuesto de cultura raquítico, la programación se vuelve errática. Alicante no tiene un problema de espacios culturales. Tiene un problema de gestión. Puede construir cinco, diez o veinte nuevos centros culturales, pero si al final no hay un plan coherente, una estrategia de programación y una dotación presupuestaria digna, lo único que se consigue es seguir acumulando edificios infrautilizados. Más ladrillo, menos contenido.
Los Aba6 prometen convertirse en un epicentro de la cultura con un ágora exterior, salas polivalentes para circo, danza, teatro y música, e incluso una cocina. Pero ¿quién va a gestionar este espacio? ¿Qué modelo de gestión se va a aplicar? ¿Habrá una coordinación real con el resto de infraestructuras culturales de la ciudad o se convertirá en otro islote desconectado?
El Ayuntamiento habla de “dinamizar los barrios”, pero la verdadera dinamización no se consigue con edificios, sino con inversión en cultura, escuchando a los artistas y gestores locales, con profesionales bien remunerados, con un plan a largo plazo. ¿Cuánto dinero se va a destinar anualmente a la programación del nuevo centro? ¿Habrá recursos suficientes para garantizar su funcionamiento estable? O, como tantas veces, ¿se inaugurará con un evento espectacular y luego quedará en manos de la improvisación?
Construir sin una estrategia global es condenar a estos espacios a la irrelevancia. Si Alicante quiere ser un referente cultural, necesita más que ladrillos: necesita gestión, planificación y presupuesto. Y, por ahora, nada de eso está planificado, ni forma parte del proyecto, ni, obviamente, está garantizado.
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