Empecé las Hogueras, tomándome un café, leyendo un artículo que venía a decir que el 93% de la gente no follaba como le gustaría. En general, nos avergonzamos de decir abiertamente lo que nos gusta, y lo que no. Y como en el sexo, supeditamos todo a supuestos que no nos satisfacen. Simplemente porque están ahí. O porque siempre fueron así.
Por no mediatizar a mi hija de 5 años, estos días me he implicado más que otros años en el mundo fogueril, yo que soy un huidizo del ruido y de la anticultura manifiesta que se ha convertido la fiesta con tanta valla. Y aquí, rodeado de peña que no te deja pasar o del que tira un petardo sin mirar quién está pasando, estoy, viendo parques vetados por alambradas, colas de coches conducidos por gente que aún no sabe que el Tram funciona 24 horas, o viendo hogueras que critican a medias y de manera sutil para no ofender a nadie.
Aquí, con la lata de cerveza en la mano, la misma por la que en una semana me multarían por beber en la calle, me pregunto cómo se llega hasta aquí. Y por qué últimamente se asume tan fácil el sota, caballo y rey que limita nuestra creatividad (artística y social).
En este punto, me ha venido a la cabeza un consejo adulto en mi periodo post-adolescente, que me invitaba a salir de mi zona de confort, para «valorarla» en su justa medida. Fue el mejor consejo que me han dado, pero, a su vez, el que me ha amargado la vida, en esos ratos, como hoy, en los que la prueba te sale rana.
Pero llegado, más o menos, al punto de consejero de cuarenta y pocos, y en medio del artículo y de la fiesta, visto lo visto, y sufrido lo sufrido, me ha parecido de rigor hacer extensiva esta reflexión: quizá bebas (más de lo debido) porque no te gusta lo que vives. igual te conviene gastarte el dinero en otro tipo de terapias, cambiar de amigos, de conceptos de fiesta… No tiene porqué gustarnos a todos lo mismo. Y no tiene porqué darte miedo estar solo ante las cosas que te satisfacen.
Y no, no es onanismo. Simplemente digo que igual la fiesta te gustaría más con gente afín a ti, con música buena, o yo que sé. Si te sirve de consuelo, llegó un punto en el que teniendo mi casa, invité a comer a la gente que hacia que me sintiera bien. Compartimos menú, música y conversación. Algo simple, sobre el guion, pero que hace tiempo que no encuentro fuera, aunque haya probado más cosas de las que me hubiera gustado probar.
Así que sin snobismo te diré que pruebes tú también, porque es probable que te contrarie menos de lo que la rutina habitual te disgusta.
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