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¿Nos estamos volviendo demasiado asociales?

26 de junio de 2025 por Jon López Dávila Deja un comentario

Entre la comodidad del hogar y la distancia emocional: radiografía de un fenómeno en auge

Desde el auge del teletrabajo hasta la consolidación del delivery como forma dominante de consumo, pasando por la elección del sofá frente al bullicio de la calle, nuestras rutinas han cambiado radicalmente en los últimos años. La pandemia actuó como catalizador, pero las señales estaban ahí mucho antes: vivimos cada vez más hacia adentro. Y la pregunta empieza a ser inevitable: ¿nos estamos volviendo demasiado asociales?

En España, el dato es contundente: en las últimas cinco décadas, el número de personas que viven solas se ha multiplicado por ocho. A ello se suma una caída sostenida de la vida social fuera del hogar y un creciente interés por actividades solitarias, como deportes individuales o formas de ocio que prescinden del contacto humano directo.

¿Qué está detrás de este repliegue social? El uso intensivo de la tecnología parece ser una de las causas principales. Plataformas de streaming, redes sociales, apps de mensajería o videojuegos online ofrecen la posibilidad de estar «conectados» sin necesidad de salir ni establecer vínculos cara a cara. En muchos casos, estas herramientas sustituyen la conversación directa, relegando las llamadas telefónicas y los encuentros físicos a un segundo plano.

No se trata de demonizar la soledad. Al contrario: un cierto grado de aislamiento es no solo natural, sino también necesario para el bienestar personal. El problema surge cuando ese retiro se convierte en refugio permanente, en estrategia de evasión emocional o en respuesta al miedo al compromiso, a la exposición o al simple roce con la diferencia.

Este fenómeno, si se cronifica, puede derivar en una mayor desconfianza hacia los demás, dificultad para establecer vínculos significativos y una percepción distorsionada de la vida social como amenaza más que como fuente de enriquecimiento. Es el aislamiento que no libera, sino que encierra.

En un mundo cada vez más hiperconectado, recuperar los espacios de encuentro real —los cafés, los parques, las conversaciones sin pantalla de por medio— puede ser un gesto casi subversivo. O, al menos, profundamente necesario.

Publicado en: Ciencia y salud, España, Estilo de vida, noticias breves, REVISTA, SOCIAL




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