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¡Política haciendo política!

6 de junio de 2025 por Jon López Dávila Deja un comentario

Por un momento, contengan la respiración. No por una ola de calor —que a estas alturas ya no es noticia, sino rutina estacional—, sino por algo mucho más improbable: un grupo parlamentario ha intentado razonar, tender puentes, y encima… con ideas del adversario. Sí, queridas lectoras y escépticos del telediario: la izquierda ha plagiado al PP… para proponer exactamente lo que el PP ya propuso. Y el PP, naturalmente, ha tardado siete minutos en denunciar este sacrilegio. ¡Siete gloriosos minutos de indignación contra sí mismos! ¿Quién dijo que la política madrileña estaba falta de humor involuntario?

Lo que ha ocurrido en la Asamblea de Madrid no es un desliz, es un milagro fallido. Un pequeño destello de cómo podría ser el parlamentarismo si algún día, en un universo paralelo, se entendiera que hacer política no es una lucha de bandas, sino una conversación, incluso entre sospechosos habituales. Pero calma, que enseguida se nos pasó: en cuanto Más Madrid dijo “esto lo sacamos de ustedes”, el PP salió corriendo a buscar antídoto contra el contagio de sensatez.

Imaginemos, solo por un momento, una cámara autonómica donde no se vota en contra por reflejo, sino por criterio. Una cámara en la que alguien del PP diga: “Pues mira, estos de Más Madrid nos han copiado la idea… y oye, la han dejado niquelada, ¡votemos que sí!” Ah, el escándalo. El caos. Los gabinetes de comunicación colapsando. “¿Cómo que apoyamos algo de la izquierda? ¿Y si nos llaman tibios? ¿Y si perdemos las elecciones porque dimos la razón?”

La iniciativa en cuestión proponía algo tan provocador como crear refugios climáticos. O sea, lugares con sombra y agua para que los abuelos y los niños no se cuezan en agosto. Una amenaza evidente al orden establecido: si uno empieza aceptando eso, ¿dónde acaba? ¿En acordar una ley educativa con consenso? ¿En gestionar el agua sin hablar de “traiciones hídricas”? ¡El horror!

Pero la verdadera herejía fue metodológica. Más Madrid copió, literalmente, una enmienda del PP del Senado. Y la presentó como suya. Es decir, hizo exactamente lo que haría cualquier persona adulta que busca acuerdos: coger una buena idea, venga de donde venga, y ponerla sobre la mesa. El resultado: una reprimenda épica del portavoz popular, Sergio Bravezo, que sin saberlo, hizo el ridículo más sofisticado que se ha visto en años: atacar con vehemencia algo que él mismo podría haber firmado hace tres meses. Se llama autofagia parlamentaria, y se da cuando el odio al adversario supera al amor propio.

Y es que lo que realmente escuece no es que la izquierda copie al PP. Lo que duele es la posibilidad de que esa copia revele que, en el fondo, hay cosas en las que podríamos estar de acuerdo. Y eso sí que no. Porque en este circo, el consenso es una traición, y la política, una guerra de bandas con aire acondicionado (si el presupuesto lo permite, claro).

Así que, que nadie se asuste: la iniciativa fue rechazada. Como debe ser. No por su contenido —que era el del PP—, sino por su autoría contaminada. Porque en Madrid, no se trata de gobernar, sino de resistir la más mínima sospecha de entendimiento. Y así seguimos, sudando, pero muy dignos.

Posdata: Señor Bravezo, la próxima vez que quiera destruir una iniciativa ajena, al menos lea el remitente. No vaya a ser que se esté pegando un tiro oratorio en el pie… otra vez.

— Firmado: Un parlamentario imaginario, en un Parlamento imposible

Publicado en: Crítica Social, España, noticias breves, opinión, REVISTA, WORLD




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