Pasé la mañana del sábado en la librería Fahrenheit 451, en Alicante, escuchando a Lucía Martínez hablar de veganismo, nutrición y ciencia. Era una de esas charlas que no pretenden convertir a nadie – o sí -, pero que tienen el don de agitarte un poco las ideas. Y eso, para mí, ya es bastante.
Personalizando la consecuencia, admito que, por mil razones sociales y personales, dudo que vaya a ser un vegano estricto. Tampoco tengo totalmente resuelta la conversación política sobre la explotación ganadera y sus consecuencias o la importancia del comercio de proximidad – aunque todo lo haga por convicción. Incluso ahí, estoy lejos de tener certezas y justamente por eso me gusta Fahrenheit 451: porque es un lugar que legitima la duda, que te recuerda que no pasa nada por preguntarte si la vida que vives es la que de verdad quieres vivir, o es mejorable – siempre.
A estas alturas conviene no dar nada por sentado. Si siguiéramos al pie de la letra lo que aprendimos en la EGB —la pirámide de alimentación, lo que entonces se llamaba “Sociales”, el orden natural de las cosas según el patriarcado— descubriríamos que casi todo resulta cuestionable. Y no por rebeldía (post)adolescente, sino porque el mundo ha cambiado demasiado como para sostener certezas heredadas sin pestañear.
Lo difícil no es que cambien las cosas; lo complicado es aceptar que también nosotros tenemos que cambiar con ellas. Hacen falta, como decía una profesora mía, “los muebles bien puestos en la cabeza” para entender que lo aprendido no es una condena, sino un punto de partida. Que lo que sabemos o creemos saber no tiene por qué ser lo que nos conviene. Que crecer no es aferrarse, sino soltar: desaprender.
Quizá por eso busco espacios como el de aquella charla: lugares donde no se celebra tener razón, sino hacerse preguntas. Al final, afrontar los cambios no va de asumir nuevas verdades absolutas, sino de concedernos el permiso para revisar las viejas. Y de permitir que, de vez en cuando, un sábado cualquiera, en una librería pequeña y luminosa, alguien nos recuerde que la vida también avanza cuando dudamos.
















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