
- El patrimonio sigue esperando protección mientras el silencio institucional se impone
La destrucción del patrimonio en Alicante no es una novedad, pero sí una herida que no deja de sangrar. El retraso sistemático en la aprobación del Catálogo de Protecciones del Ayuntamiento evidencia una dejadez institucional que ha facilitado durante décadas la desaparición de bienes culturales, ambientales y paisajísticos de incalculable valor. Mientras otras ciudades avanzan hacia modelos de urbanismo respetuosos con su identidad, Alicante parece empeñada en borrar la suya a golpe de especulación, abandono y negligencia.
La plataforma ciudadana Unir Alacant ha vuelto a alzar la voz ante esta situación en la Cadena Ser, exigiendo que el Ayuntamiento incluya, de una vez por todas, las modificaciones que la Generalitat solicitó hace más de un año para poder aprobar el catálogo de manera definitiva. A día de hoy, e inmersos en el debate sobre un nuevo Plan General, no hay respuesta. No hay explicaciones. No hay voluntad política aparente.
El catálogo fue aprobado inicialmente en 2020, pero llegó incompleto a la Conselleria. Tres años tardó el consistorio en enviar la documentación requerida. Cuando finalmente lo hizo, el Consell devolvió el documento con una decena de correcciones indispensables. Desde entonces, el silencio ha sido la única respuesta. Ni el Ayuntamiento ni la Conselleria saben (o quieren decir) en qué punto se encuentra el trámite. La transparencia brilla por su ausencia y los supuestos convenios con expertos universitarios que se anunciaron en pleno municipal parecen no existir en la práctica.
Este abandono administrativo tiene consecuencias muy concretas. En los últimos años se ha perdido patrimonio histórico y natural irrecuperable: villas centenarias en Vistahermosa, palacetes modernistas en el centro urbano, huertos históricos en la zona norte, estructuras industriales en Benalúa, tramos del cinturón verde, y hasta entornos protegidos como el saladar de Agua Amarga han sufrido el peso de un desarrollo sin planificación ni sensibilidad.
Cada edificio derribado sin supervisión, cada parque degradado, cada entorno natural urbanizado sin estudios ni protección oficial, representa un fracaso colectivo pero, sobre todo, una responsabilidad directa de los gobiernos que han pasado por la Plaza del Ayuntamiento sin poner freno a este deterioro.
Unir Alacant ha llevado el caso ante el Consejo Valenciano de Transparencia y ante el Síndic de Greuges. Lo ha hecho porque entiende que el patrimonio no es un obstáculo para el progreso, sino un recurso que nos conecta con el pasado, nos define como ciudad y puede ser motor de un futuro más sostenible y digno. Lo ha hecho porque el patrimonio necesita leyes, pero también necesita compromiso.
Alicante no puede seguir siendo una ciudad sin memoria, sin rumbo y sin respuesta. Urge que se apruebe ya el Catálogo de Protecciones, con todas las garantías, con todas las voces implicadas y con la firme voluntad de que el patrimonio deje de estar en peligro constante. Porque cada día que pasa sin protección es una oportunidad perdida… o un pedazo de historia demolido para siempre.
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