
«Nulla estetica sine etica»…
La recientemente iniciada serie de documentales de RTVE, «La conquista de la democracia», llega en un momento crucial en el que la memoria histórica se convierte en un baluarte contra el olvido. Esta propuesta audiovisual no solo recupera episodios fundamentales de nuestro pasado, sino que también defiende el papel vital de la televisión pública como garante de la verdad, la cultura y la libertad.
Recordar para No Repetir
La historia, con sus luces y sombras, nos enseña que olvidar es perder la capacidad de aprender de los errores del pasado. Como bien expresó Antonio Machado, “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, y en este camino, el recuerdo de la dictadura y el precio de la democracia se presentan como lecciones ineludibles en los tiempos que corren. El documental nos recuerda, con precisión y sensibilidad, que la represión y la censura no son solo episodios del pasado, sino advertencias constantes para que las generaciones presentes y futuras hagan bueno el hecho de «recordar para no repetir».
La Resistencia de la Verdad y la Cultura
El régimen que se intenta derribar en estas narrativas es aquel que, a través del silencio y la represión, busca doblegar la verdad y mermar la cultura. Los testimonios de quienes vivieron la represión, junto a las historias de exiliados como Blas de Otero, Caballero Bonal o Panero, son un grito que trasciende el tiempo. En estos tiempos de rearmes, nos demuestran que la palabra, aunque castigada, siempre fue y será un arma poderosa frente al autoritarismo. La serie destaca además la valentía de los artistas, escritores y pensadores que, desde el exilio o en el fragor de la guerra, se negaron a dejar callada la esencia humana. Y ese es otro aprendizaje que debemos valorar hoy que gente como Milei o Trump, lo primero que hacen es cerrar los ministerios de educación. Sin educación no hay crítica, y sin ella no hay manera de llegar al futuro que todos creemos merecer.
Recuperación de Nombres y Memorias
El documental va más allá de narrar hechos; se encarga de recuperar nombres y conceptos que la historia parecía querer enterrar. Nombres como Enrique Múgica, Ramón Tamames (en su juventud), Labordeta o Raimon resucitan para recordarnos la diversidad y riqueza del pensamiento crítico español. Asimismo, películas transgresoras como «Historia de un ciclista» y conceptos como «represalia», «clandestino» o «grises» se transforman en símbolos de una lucha constante contra el olvido y la homogenización histórica.
Es sano ver episodios como las huelgas en la cuenca minera, los sucesos de 1956 o las movilizaciones en las siderúrgicas vascas se desempolvan como manifestaciones de una resistencia que merece su propio lugar en la historia de los cimientos de lo que ahora todos disfrutamos. Sin lucha no hay derechos. Y la pelea se debe llevar a cabo en la calle, no en una cuenta de Twiter.
La Televisión Pública como Guardián de la Memoria
En tiempos en los que algunos proclaman que la vida en una dictadura podría ser más “segura” o “ordenada”, esta serie es un recordatorio inequívoco de que la libertad tiene un precio. RTVE, como emisora pública, juega un papel imprescindible al ofrecer una ventana abierta al pasado, invitándonos a comprender que la palabra y la crítica fueron, en muchas ocasiones, la última arma contra la opresión. El relato de figuras como Julián Grimau nos recuerda que la lucha por la verdad se tradujo en sacrificios impagables. Conviene no olvidar que el absolutismo también va ligado a «puños de hierro», “tiros de gracia”, «fusilamientos», «exilios», «pobreza» y cárcel. España es un país que se ha recuperado rápido del esquilme que supuso acabar con pensadores, críticos, renovadores, un estilo de vida igualitario, libre y reivindicativo que aquí tuvimos en la década de los 30 (del siglo pasado) y casi 100 años después, hay sitios que ni se acercan a esa vida.
«La conquista de la democracia» es más que una serie de documentales; es una lección de historia y una defensa apasionada del derecho a recordar. Nos invita a reflexionar sobre lo que se perdió en tiempos oscuros y sobre lo que se ganó con la llegada de la democracia. En un mundo en el que algunos intentan minimizar la sombra de la dictadura, RTVE y su compromiso con la televisión pública se erigen como guardianes de la memoria, recordándonos que, aunque no hay que vivir en el pasado, es imprescindible conocerlo para no repetirlo.
Hoy, al ver estos documentales, no solo se celebra el triunfo de la democracia, sino también la valentía de quienes, con su palabra, se atrevieron a desafiar la represión. Y es que, como bien se siente al envejecer, lo peor de hacerse mayor es la conciencia del pasado y la firme convicción de que jamás debemos olvidar.
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