
Trueba me inspiró el otro día…
Y es una contradicción, lo sé. Lo escribo desde un medio digital, desde la urgencia de los clics y la estadística, desde el reino de lo instantáneo. Pero no puedo evitarlo: a veces siento que defender el periódico en papel es casi un acto de resistencia, una rebelión silenciosa contra la velocidad, contra el vértigo, contra esa pulsión de saberlo todo ya y olvidarlo todo antes de que acabe el scroll.
Sí, el papel contamina. Ocupa espacio. Mancha los dedos. Es un formato anacrónico, dicen. Pero también ofrece algo que se ha vuelto casi subversivo: la pausa. La posibilidad de retroceder en el tiempo sin tener que pulsar ningún botón. El papel no se actualiza. No se borra. No compite con otras pestañas abiertas. Exige que le prestes atención, que te sientes, que mires, que pienses.
Abrir un periódico es un gesto deliberado. Hay un orden, una jerarquía. Los textos tienen un espacio físico que define su importancia, su peso. El Babelia del sábado no es igual en digital. Las fotos no respiran igual. Y un buen artículo de opinión en papel —con su titular meditado, con sus párrafos pensados— no tiene nada que ver con una columna que se desliza en el timeline entre memes y vídeos de gatitos.
La lectura en papel es, además, un pequeño ejercicio contra la presbicia cultural. Nos obliga a fijar la vista. A leer de corrido. A no saltar entre enlaces ni distraernos con notificaciones. Es una gimnasia de la atención que, poco a poco, estamos perdiendo.
No se trata de nostalgia -o no solo-. Se trata de conservar espacios donde la información no se devore a sí misma. Donde las palabras tengan cuerpo. Donde la actualidad no borre el contexto. Y sí, sigo defendiendo este medio digital, porque también tiene su lugar, su ritmo, su lenguaje, su carácter competitivo e inmediato. Pero eso no impide que, de vez en cuando, cuando cae en mis manos un diario de los de siempre, me detenga, respire, y me permita el lujo de leer como antes: sin prisa, sin ruido, sin algoritmo.
Una página impresa no puede competir en velocidad, pero puede ganar en profundidad. Y a veces, eso es todo lo que necesitamos.
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