
En un mundo laboral que se transforma rápidamente, la jubilación se ha convertido en una meta cada vez más difícil de alcanzar, especialmente para los autónomos. Tras más de 30 o 40 años de trabajo, cualquier persona merece un descanso físico y mental. Sin embargo, el sistema actual parece priorizar la prolongación de la vida laboral a cambio de ciertos beneficios fiscales que, lejos de ayudar, pueden afectar la salud de los trabajadores.
El Gobierno ha promovido en los últimos años medidas que incentivan el retraso de la jubilación. Según la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, la cantidad de personas que optan por trabajar más allá de la edad legal de jubilación se ha duplicado desde la reforma de pensiones de 2019. Ahora, con la entrada en vigor del Real Decreto-ley 11/2024 el próximo 1 de abril, se refuerza este modelo con bonificaciones cada seis meses en lugar de cada año para aquellos autónomos que prolonguen su actividad laboral.
Estas bonificaciones ofrecen aumentos progresivos en la pensión:
- 2% más por retrasar la jubilación 6 meses.
- 4% más por retrasar 1 año.
- 2% extra por cada semestre adicional a partir del segundo año.
A simple vista, parece una medida positiva, pero en la práctica, castiga a quienes desempeñan trabajos físicos extenuantes. No es lo mismo ser abogado o médico que carpintero o fontanero. Mientras que algunos profesionales pueden prolongar su vida laboral con menos impacto físico, otros ven deteriorada su salud con cada año adicional que pasan en activo.
El dilema es claro: ¿se trata realmente de un beneficio o de una estrategia para retrasar el acceso a las pensiones? Aumentar los incentivos para seguir trabajando hasta edades avanzadas no tiene el mismo efecto en todos los sectores. Un trabajo intelectual permite continuar más allá de la edad de jubilación con relativa comodidad, pero para quienes dependen de su esfuerzo físico, esta posibilidad se traduce en un sacrificio que puede afectar gravemente su bienestar.
Por otro lado, la sostenibilidad del sistema de pensiones sigue generando incertidumbre, especialmente entre los autónomos, que a lo largo de los años han debido asumir mayores contribuciones con la esperanza de recibir una pensión digna. Con la edad de jubilación en aumento y la presión para retrasarla aún más, surge la pregunta: ¿qué ocurre con aquellos trabajadores que simplemente no pueden seguir?
La salud debe estar por encima de cualquier beneficio fiscal. Si bien es necesario asegurar la viabilidad del sistema de pensiones, también es fundamental garantizar que quienes han dedicado su vida al trabajo tengan el derecho a un retiro digno, sin verse obligados a prolongar su actividad por necesidad económica. El desafío está en encontrar un equilibrio que no perjudique a los más vulnerables del sistema.
Deja una respuesta