
La conversión de locales comerciales en viviendas no es ya una rareza, ni en las grandes ciudades ni en municipios medianos. Alcoy, lejos de ser una excepción, se suma con fuerza a una tendencia que gana terreno en todo el país y que, aunque responde a una necesidad real de vivienda, también abre la puerta a dinámicas preocupantes como la gentrificación y la transformación del tejido social tradicional de los barrios.
En el primer trimestre de 2025, Alcoy ha concedido seis licencias para este tipo de cambio de uso, lo que ya representa el 27% del total de licencias de obra para edificaciones. Es decir, en solo tres meses se ha tramitado la mitad de las licencias concedidas en todo 2024, cuando se aprobaron 12. El crecimiento es evidente y refleja una tendencia que, si bien atiende a la escasa oferta de vivienda nueva, también plantea interrogantes sobre el futuro urbano y social de la ciudad.
Los barrios más afectados por esta transformación están siendo, sobre todo, el Centro Histórico —calles como Sant Jaume, Sant Antoni o Santa Llúcia—, pero las intervenciones ya se extienden a zonas como Santa Rosa o la Zona Nord. Este fenómeno no solo implica una reconversión urbanística, sino que también puede alterar los equilibrios de convivencia, encarecer el alquiler y expulsar a vecinos de siempre en favor de nuevos perfiles con mayor poder adquisitivo.
Desde Urbanismo señalan que el interés ha crecido rápidamente. En 2024 se presentaron 19 solicitudes, aunque solo 12 se aprobaron por no cumplir todas las condiciones. Aun así, el número es significativamente superior a los ejercicios anteriores: apenas tres licencias fueron aprobadas tanto en 2022 como en 2023.
La demanda de vivienda en alquiler sigue al alza en Alcoy, especialmente por su carácter universitario y la presencia del Campus de la UPV. Pero la solución no puede pasar exclusivamente por modificar el uso de locales a viviendas sin una reflexión de fondo. ¿A qué modelo de ciudad queremos ir? ¿Qué lugar ocuparán los vecinos de siempre en ese futuro?
Transformar locales puede parecer una vía rápida para ampliar la oferta habitacional, pero si no se regula adecuadamente, corre el riesgo de contribuir a una ciudad menos accesible, más fragmentada y con mayores desigualdades.
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