Ahora que el debate sobre el modelo de turismo está en boca de muchos, Spring Festival ha vuelto a demostrar que es posible transversalizar visitas, comercio de proximidad y «alicantinismo», con 20 horas de música en directo como «excusa» y 50.000 personas con pulsera consumiendo de manera cívica por bares, hoteles, mercerías y farmacias de la ciudad.
El crecimiento meteórico de la propuesta de Producciones Baltimore, se traduce en un impacto económico directo en la ciudad de 18 millones de euros (entre alojamiento (con un 99% de ocupación), hostelería y comercio) y más de 2,26 millones de impacto en medios, con un 70% de asistentes llegados de fuera de la provincia: Madrid (consolidado como segundo gran flujo de espectadores, por detrás de Alicante), Murcia, Valencia, Andalucía o Castilla La Mancha.
Eso el fin de semana, porque durante el mes previo, los alicantinos hemos secundado las propuestas del Spring City, que ha dinamizado la agenda cultural a través de presentaciones literarias, conciertos, cine, catas de Mahou que han puesto en valor nuestra gastronomía, o un shopping experience que ha descubierto a much@s, unas cuantas tiendas alternativas del centro de Alicante.
En Rabasa, Vetusta Morla estrenó, en exclusiva, los temas de su flamante «figurantes» y vimos tocar a Viva Suecia, Arde Bogotá, Xoel López, Iván Ferreiro… pero también hubo hueco para los músicos de aquí, en la consolidación del concurso SONORA que ganó Jorge Atienza o la participación de Viscopaf en los exitosos conciertos de la Concha de La Explanada, que dieron luz a las matinales de festival con bandas que pronto podrían estar en el escenario VibraMahou, el principal, del Spring.
Es obvio, que el foco alumbra los grandes escenarios, pero más allá de éxitos y números, es importante educar criterios y hacerlo desde el buen gusto, la intención indudable de quedarte aquí a desarrollar tu proyecto y, sobre todo, tejiendo redes con todos los que ven el potencial de Alicante y apuestan por desarrollarlo a través del arte, la literatura, el cine, las escénicas o la música. Que aunque lo hagamos desde la modestia y, muchas veces, el silencio, somos cada día más.
Siempre hemos reclamado profesionalidad, que las marcas apuesten por la cultura y que las instituciones, al menos, no molesten, o no se excedan con las trabas burocráticas. Y en eso, Baltimore empieza a ser un parapeto del que muchos, indirectamente, nos vamos aprovechando,
El Spring seguirá creciendo, como demuestra su apuesta inequívoca por la sostenibilidad y la reutilización de materiales de producción, los vasos, los sanitarios de JohnPrivy, la cantidad de puestos de trabajo que genera, o el compromiso social y colaborando con la Fundación Music For All, para mejorar la accesibilidad de la propuesta o las invitaciones a la Asociación Charlie Contra el Cáncer infantil o la Fundación UNER.
El futuro está ahí, y el Spring es una buena forma de posicionarnos de una manera sostenible, alternativa, accesible y cultural. Únele playa, las capacidades propias de la ciudad y un transporte público mejor, y Alicante, puede acabar viéndose fuera, como lo que es: una ciudad diferente, con luz y con una oferta cultural, que ya le gustaría a muchas.
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